9 de mayo 1945: El día de la victoria contra el fascismo




Aquel día 9 de mayo de 1945 el pueblo soviético y el Ejército Rojo demostraron que los trabajadores eran capaces de vencer por sí solos a la mayor potencia militar del mundo. La victoria contra el fascismo por parte de la URSS salvó temporalmente a la humanidad del triunfo del capitalismo fascista (el fascismo es la radicalización del capitalismo, como bien expuso el poeta Bertoldt Brecht), aunque 70 años después de aquella hazaña, vivimos hoy un nuevo auge de aquella ideología criminal.

De hecho, el fascismo fue temporalmente eliminado en la mitad de Europa, la que quedó bajo la esfera de influencia de Moscú, y donde se crearon democracias populares, pero en occidente Estados Unidos y sus aliados no hicieron más que continuar el testigo del fascismo, aunque moderando su aplicación ante la opinión publica (tras la caída de la URSS en 1991, el maquillaje democrático comenzó a ser cada vez menos necesario).

Aquella victoria del Ejercito y el Pueblo soviéticos junto a los antifascistas de toda Europa ha sido tergiversada por la propaganda capitalista, pues la oligarquía derrotada sigue todavía, incluso después del derrumbe de los socialismos del este, humillada y a la vez atemorizada por la clara demostración de que los trabajadores no necesitan capitalistas para construir una potencia económica y militar mundial.

La historia "oficial", publicitada por el cine y los medios de comunicación de masas, dice que Estados Unidos venció a Alemania y a Japón, con sus aliados Francia y Gran Bretaña, apareciendo como secundario siempre el nombre de la Unión Soviética (otros como China, Corea, Yugoslavia, Grecia, Holanda, y otros pueblos que, no obstante, aportaron “sangre, sudor y lágrimas” en remotas regiones e islas para derrotar al eje Berlín-Roma-Tokio no aparecían por ningún lado).

Sin embargo los datos nos revelan la verdad de los acontecimientos: el papel protagonista en la derrota del ejército alemán por parte del ejército rojo. Se puede decir que el pueblo soviético y su ejército fue el principal vencedor de la Segunda Guerra Mundial.

La Guerra se inició el 1 de septiembre de 1939 a raíz de la invasión a Checoslovaquia por Alemania. Desde el punto de vista de China, sin embargo, la Guerra empezó el 7 de julio de 1937 cuando Japón invadió a dicho país. Algunos historiadores chinos consideran que el conflicto comenzó en 1931, cuando Japón invadió su territorio de Manchuria y la erigió como Estado bajo su protección, destacando que Japón ocupaba desde 1910 la península coreana, la cual sometió a la más salvaje y genocida explotación y destrucción, y que desde ese año los coreanos iniciaron la resistencia antijaponesa en la que sobresalió el mariscal Kim Il Sung hasta el fin de la Segunda Guerra.

A pesar de estos intentos de monopolizar el protagonismo de la guerra y de la victoria, la antigua Unión Soviética contribuyó más que ninguna otra potencia a la derrota de Hitler por al menos dos razones fundamentales. En primer lugar, porque tuvo el mayor peso de la guerra contra Alemania y porque fue con la derrota del Sexto Ejército Alemán por el Ejército Rojo, a raíz del sitio de Stalingrado, cuando se produjo el punto de inflexión que selló el curso de la contienda. En segundo lugar, fue la Unión Soviética la potencia que mayor cantidad de víctimas sufrió hasta la finalización de la Guerra. El costo en vidas humanas, militares o civiles, nos da una medida del esfuerzo global, y por ello citaremos fuentes occidentales en torno al número de víctimas por país:

Unión Soviética, 25,568,000; China, 11,324,000; Alemania, 7,060,000; Polonia, 6,850,000 (menos de la mitad eran judíos); Japón, 1,806,000; Yugoslavia 1,700,000; Rumania, 985,000; Francia, 810,000; Hungría, 750,000; Austria, 525,000; Grecia, 520,000; Italia, 410,000; Checoslovaquia, 400,000; Gran Bretaña, 388,000; Estados Unidos, 295,000; Holanda, 250,000.

Las víctimas de la Unión Soviética ascendieron realmente a 27 millones (sin contar desaparecidos y heridos), lo cual significa que murieron 91.5 veces más rusos que estadounidenses; 69 veces más rusos que ingleses; y 33.3 veces más rusos que franceses.

Se puede añadir una tercera razón: el ejército rojo avanzo después de la derrota de Stalingrado como una apisonadora por el este de Europa, obligando a que los alemanes retiraran la mayor parte de sus fuerzas del oeste, dejando paso fácil a Estados Unidos y a sus aliados. Sin embargo, aun así, el avance por el oeste fue infinitamente más lento que el del ejército rojo en su apasionada guerra patriótica contra el fascismo.

Los últimos momentos, previos al final de la guerra, fueron protagonizados por el ejército soviético. En abril de 1945, las tropas soviéticas llegaron a los alrededores de Berlín. Las unidades alemanas ocupaban las posiciones defensivas a lo largo de las orillas occidentales del Oder y el Neisse. En los accesos de Berlín y en la propia ciudad estaba concentrada una agrupación de tropas compuesta por 62 divisiones, de cerca de un millón efectivos, 1500 carros blindados, 10 400 piezas de artillería y morteros y 3 300 aviones de combate.

El propio Berlín fue transformado en una potente fortificación y preparado para los combates de calle. En torno a la ciudad se crearon tres anillos de defensa, y dentro, más de 400 puntos de resistencia protegidos por hormigón armado. Al comenzar la operación, las tropas soviéticas contaban con 149 divisiones de fusileros y 12 divisiones de caballería, 13 cuerpos de carros blindados, 7 motorizados, 15 brigadas de tanques y automotrices especiales, de más de 1 900 000 efectivos en total.

El 29 de abril comenzaron los combates por el Reichstag. Después de realizar varios ataques, unidades de la 171 y la 159 divisiones de fusileros ocuparon de noche el edificio. El 30 de abril, a las 14.25, los sargentos Mijaíl Yegórov y Melitón Kantaria colocaron la Bandera de la Victoria sobre el Reichstag.

El 1 de mayo, a las 3.50, al puesto de mando del 8 Ejército de Guardia fue llevado el jefe del Estado Mayor General del Ejército de Tierra de la Wehrmacht, el general de infantería Krebs, quien dijo estar facultado de sostener negociaciones sobre el armisticio. Pero Stalin ordenó que se podía tratarse de la capitulación incondicional solamente. A los mandos alemanes les fue formulado un ultimátim: si hasta las 10.00 ellos no aceptaban capitular incondicionalmente, las tropas soviéticas asestarían un golpe. Al no recibir respuesta, las unidades soviéticas abrieron fuego a las 10.40. Luego que a eso de las 18.00 se supo que la exigencia de la capitulación fue rechazada, empezó el último asalto a la parte central de la ciudad, donde se encontraba la Cancillería Imperial.

Los combates prosiguieron durante toda la noche del 1 al 2 de mayo, hacia el amanecer todos los locales de la Cancillería fueron ocupados por soldados soviéticos. El 2 de mayo, a las 1.50 de la noche, por radio se recibió información del cese de las operaciones de combate y el envío de parlamentarios. Hacia las 15.00, los restos de la guarnición de Berlín (más de 134 mil efectivos) se entregaron.

El 8 de mayo, a las 22.43, hora de Europa Central (9 de mayo, 00.43, hora de Moscú), el general mariscal de campo Wilhelm Keitel y unos delegados de la Marina de Guerra de Alemania, designados por Dönitz, firmaron el Acta de Capitulación Incondicional. En la operación de Berlín las tropas soviéticas perdieron 78 000 efectivos. Quedaron derrotadas por completo 70 divisiones de infantería, 12 de carros blindados y 11 motorizadas del adversario, fueron hechos prisioneros unos 480 000 efectivos alemanes.

Mientras tanto, los ejércitos del oeste corrían para evitar que el ejército rojo pudiera seguir avanzando más hacia el oeste. Las últimas semanas de la guerra el ejército alemán no ofreció ninguna resistencia a los norteamericanos: al contrario, facilitaban su avance para evitar que el ejército rojo conquistara Berlín. Aun así, los que luego se jactaron en su cine e historiografía de derrotar a Hitler miraban impotentes desde de lejos como el Ejército Rojo liberaba a Europa.

El 24 de junio de 1945, en la Plaza Roja de Moscú se celebró el Desfile de la Victoria. En su parte culminante desfilaron 200 portaestandartes, arrojando al pie del Mausoleo las banderas de las tropas alemanas derrotadas. En EEUU, Gran Bretaña y la mayoría de los países de Europa Occidental, el Día de la Victoria en la segunda guerra mundial se celebra el 8 de mayo, y el Día 9 se oculta la verdadera responsabilidad de la victoria contra el nazismo celebrándose el "Día de Europa", algo que incluso pocos europeos conocen, y que es más una celebración del triunfo de la oligarquía que una verdadera fiesta popular.

Las Naciones Unidas proclamaron el 8 y 9 de mayo como “Días de la Memoria y Reconciliación” y con tal motivo en Moscú se llevarán a cabo importantes reuniones internacionales que recordarán la contribución de la Unión Soviética a la lucha por la libertad. Por eso las palabras de Medvedev en alguna ocasión al pueblo ruso y a los veteranos de guerra, y a los norteamericanos y europeos:

"Ante todo quiero felicitarles con motivo del Día de la Victoria y asegurarles que Rusia nunca admitirá que se tergiverse la historia de la Segunda Guerra Mundial y de la gran Victoria del pueblo soviético".

A pesar de los intentos por parte de los Estados Unidos y Gran Bretaña de autoproclamarse vencedores, excluyendo a otros aliados menos poderosos y también al invencible Ejército Rojo,  el gran vencedor de la guerra contra Hitler fue la Unión Soviética. Gracias al Ejército Rojo el fascismo desapareció de Europa (aunque al detenerse en Berlín posibilito que el fascismo enmascarado de democracia continuara hasta hoy).

Lamentablemente, ningún Ejército Rojo nos defenderá hoy del nuevo auge del fascismo, simbolizado por EE.UU., la U.E. y organizaciones como la OTAN. Así que tras la caída de la URSS (empujada desde dentro por el capitalismo al que, como anuncio el Che Guevara mucho antes de la caída de la Unión Soviética, no se le puede dar un segundo de respiro en la lucha para erradicarlo) el fascismo (bien maquillado de democracia y libertad) ha empezado a recuperar el terreno que le hizo perder la victoria, aquel 9 de mayo de 1945, de los trabajadores soviéticos y el Ejército Rojo.

Para terminar el homenaje a aquellos héroes que hoy no están, y que debemos sustituir nosotros mismos si queremos construir un mundo mejor y sin injusticia, os dejo con unos versos del poeta Neruda en honor de los 27 millones de víctimas de la URSS y de su contribución a la libertad del mundo (una contribución que fue ocultada por los países capitalistas hasta el derrumbe del sistema soviético. Paradójicamente, y a pesar de los gobiernos capitalistas,  fue la caída de la URSS la que hizo posible que se reconozca cada vez más que el verdadero vencedor de la Segunda Guerra Mundial fue el ejército soviético).

"Unión Soviética, si juntáramos
toda la sangre derramada en tu lucha,
toda la que diste como una madre al mundo
para que la libertad agonizante viviera,
tendríamos un nuevo océano, grande como ninguno,
viviente como todos los ríos,
activo como el fuego de los volcanes araucanos"

Pablo Neruda

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